No puedo dejar de pensarte pálido e indescriptible. Irreverente y despiadado. Incapaz de respetar los últimos momentos de tus víctimas putrefactas. Insolente.
Vestido de gris y con mirada de vidrio; frío, impaciente. Pendiente de los malditos tic-tac del reloj, de esos últimos latidos desesperados. y resistentes.
Tus labios morbosos y llenos de fuego, mordisqueando las ultimas palabras de tu víctima agonizante.
Tus manos blancas y temblorosas anunciando el apocalipsis.
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